11/13/2006





HIJO MIO (EL AVISO – LA SORPRESA)

Estábamos de visita en San Antonio, Texas, mi esposa y yo. Mi hijo, el más chico, recibió una llamada mientras almorzábamos. Sabíamos que era con mi nuera. Mi esposa preguntó ¿dónde está mi hijo? y el menor contesto “anda de tercera”, mi esposa le respondió, “mándale saludos, ¡hace mucho frío!”
El domingo a las 9 AM, mi hijo menor volvió a contestar el teléfono y nos dijo, “hay un problema, vengan a contestar”. Mi esposa tomó el teléfono, yo la observé y noté con sorpresa que se empezó a sentir mal. Me dijo que en la mina había pasado un accidente, yo pensé, ¿Qué pudo haber pasado? ¿Se accidentó un pie, una mano? Cuando ella se dio la vuelta para salir del cuarto se bloqueó, no podía hablar, entonces me di cuenta que algo mucho más grave había pasado, Me quedé callado, pensando ¿un accidente fatal?, ¿una explosión?
Muy nerviosos, recogimos la ropa y tomamos el transporte hacia México, llegamos a Piedras Negras donde nos recogió mi cuñado y nos trasladamos a la mina. Inmediatamente me introduje en las instalaciones, entre la gente y los soldados, buscando información real, pero sólo llegué hasta los baños, porque ya no se podía pasar, me postré ahí para indagar y esperar resultados.
Con mucha fe, deseaba que hubiera esperanza. En el lapso de 3 días estuve preguntando, inquieto, hasta que llegó la noticia de que no había esperanza. Me conmocioné, vinieron a mi mente recuerdos de mi hijo, el respeto entre ambos como amigos, tratando de ser un buen padre, dándole la mano, ayudándole. Lo que más quiere uno para sus hijos es que no sufran, que no batallen, para eso da uno todo por ellos. El sentir de mi vida se me ha hecho muy triste, pienso que si te dicen en un hospital “está muerto, lo mataron” lo creo, lo entiendo, veo su cuerpo. Pero aquí en la mina no veo el cuerpo de mi hijo. Deseo verlo, tener algo de él, darle sepultura, que termine todo esto y retirarme de esta empresa haciéndole ver todo el coraje que me ha ocasionado esta sorpresa, la más dolorosa y grande en mi vida.


¿Cómo expresar el sentir? El dolor lo cura solamente Dios, podrán darte palabras de consuelo, hablarte muy bonito, una pastilla que te calma un rato, pero el dolor sigue en el corazón. No solamente el mío, sino el de todos los que sufrimos la perdida de cada uno de los mineros que se encuentran atrapados. Quisiéramos con tanto anhelo que pasara esta pesadilla que a lo largo de estos 8 meses nos ha hecho pasar tristezas, humillaciones, desvelos y también inconformidades, pero, ¿Qué podemos hacer? Nada más esperar y sólo Dios sabe hasta cuándo.
De mi esposo puedo relatar que a pesar de vivir en la pobreza éramos felices, porque el dinero no sirve para comprar la felicidad, y nosotros la teníamos. Aquí, ahorita, me hace falta mi marido y a mis hijos su padre. Quisiéramos que estuviera con nosotros. Soy una viuda con 4 hijos. Dios me dará fuerza para sacarlos adelante. Extrañamos los días que disfrutábamos juntos en el ranchito, donde convivíamos y trabajábamos junto con su familia cuando salía de la mina. Quiera Dios que pronto se arregle todo para tener un lugar donde irle a llorar y visitar. Nos dejó un gran vacío y siempre lo recordamos tal cual era, detallista con nosotros y muy amigable con toda la gente que le rodeaba. Muchas gracias a todas las personas que tan amablemente se preocupan por nosotros. Estamos haciendo lo posible por tener paciencia para lo que sea, lo que esté por venir.
Relató Yolanda Gonzáles Díaz, esposa de Juan Martín Gómez.